Esta mañana he despertado. Como siempre, una sensación de desorientación me dominaba. ¿Qué es lo que quiero? ¿Esto ha sido así siempre? ¡Vamos chaval a por todas! ¿He vuelto a soñar lo mismo?
La constancia ha sido un tema a resolver por mi parte desde hace mucho.
Me he dado cuenta con el tiempo que no tratar de recordar ciertos puntos del camino hace que se te olvide que en realidad has caminado. Lo malo es que al enfrentarte a ciertos estados interiores que parecen repetidos, te da la sensación de vivir en un bucle del que no has salido nunca en realidad.
No hay nada más lejos de hecho. Tuve la suerte de encontrarme en mi habitación de Mallorca, en la casa de mis padres, una cosa que escribí hace 6 años. Se me encogió el estómago al ver la fecha y lo que describía en ese amarillento trozo de papel. Era algo prácticamente similar a lo que creía que me estaba ocurriendo.
Sin embargo al dejar pasar el tiempo entendí que no. No fui yo quien escribió aquella nota. Aquél que lo hizo no se veía capaz ni valiente para intentar llegar al lugar en el que ahora mismo estoy. Y, pese a que por ciertos varapalos del destino, me sumergiera de nuevo en una desaconsejable espiral de la que debo salir, no es la misma espiral que hace 6 años. Esta se encuentra en otro nivel diferente, y de ésta tengo que aprender cuando salga, porque lo haré, que debo dejar de mirar hacia atrás, esperando angustiado el momento en el que se repitan las mismas cosas en mi presente.
Recordando todo esto salí de casa, esperando que alguna de las revelacions interiores que tengo se establezca sólidamente en mi día a día, y no que se reseteen y deba volver a empezar.
Comencé a caminar el corto recorrido que me separa del trabajo, escuchando música. La canción que empezó a sonar me recordó a una persona que no conozco pero que llevo viendo cerca de un año. Una sonrisa del que sueña se dibujó en mi cara y fue en ese momento, cuando sin conocer el motivo, si es que lo hay, las variables y ecuaciones del funcionamiento dinámico del universo, dieron el resultado de que en un mismo punto de ese corto camino, cuando en todo un año jamás había ocurrido, esa persona, de otra empresa, de otro mundo, de otra vida tal vez, coincidió en el mismo tiempo, espacio, paso y esquina conmigo.
No recuerdo qué hizo ella, pues yo no fui capaz ni de mirarla, me limité a girar la esquina de la calle y seguir en paralelo a ella, a un escaso metro. Es posible que ni se diera cuenta de mi presencia, como también es posible, que imitara mi propia actitud. Lo único que sé, es que en ese momento, en el que había olvidado el por qué de muchas cosas, algo me recordó en qué creía, y al recordarlo, comprendí que en realidad, había conseguido mucho más de lo que soñé hace 6 años aunque decidiera teñirlo de las cosas que me hicieron sufrir.
Sonreí, crucé la acera, cerré los ojos un momento y volví a creer de nuevo
"Un día leerás este blog señorita y será desde mi portátil"
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